El mundo vive un espiral inflacionario como hace largos años no se vivía; y en nuestro país el aumento de precios no parece tener control con proyecciones que se acercan al 100% anual. El precio de las materias primas cae a nivel mundial pero no se refleja en los estantes de los supermercados. El superministro Massa viene mostrando grandes habilidades para las finanzas pero bastante inacción para el control de precios.
La inflación es alta y los precios de los alimentos suben más aún. Producto de las subas en alimentación se registró una caída en las ventas de los productos de la canasta familiar durante el mes pasado. El retroceso de septiembre fue de 0,8% respecto del mismo mes del año pasado. Los comercios que más se vieron afectados fueron los almacenes y locales de cercanía a quienes les mermaron las ventas en más de un 5% de promedio.
El gobierno está negociando con empresarios de alimenticias y supermercadistas la implementación de un nuevo acuerdo de precios en más de 1.200 productos de primera necesidad. La Secretaría de Comercio, intentará incluir además bebidas, artículos de higiene personal, limpieza del hogar y que el acuerdo sea desde el 1° de noviembre y hasta finales de febrero.
Las reuniones con los principales fabricantes del país se están dando esta semana y continuarán. Los empresarios están reacios a aceptar perder –a como viene el ritmo inflacionario- casi un 25% en cuatro meses y también a imprimir los precios acordados en los envases.
Desde el gobierno, mientras un sector del kirchnerismo presiona por un congelamiento, los funcionarios del ministerio de Economía buscan que el programa salga mediante un acuerdo. En Radio 10, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, aseguró que buscarán avanzar con “20 ó 30 compañías formadoras de precios” que representan el 65% del consumo masivo de la Argentina. Dijo también que, para dar previsibilidad en las góndolas, “el Ministerio está impulsando la idea de lograr que el precio esté impreso en la etiqueta”. Respecto de la posible pérdida que pudieran tener las empresas, Tombolini aseguró que “la velocidad de acumulación de las empresas en términos de sus ganancias, que fue muy por encima de la evolución de los salarios, permite generar las condiciones para aspirar a este programa de Precios Justos”.
Después de unos “meses de gracia”, las críticas públicas para la gestión de Massa llegaron desde dentro del propio Frente de Todos: le reclaman que mientras los alimentos aumentaron 30% en tres meses, al sector más concentrado de la economía argentina se le concedió mucho con las liquidaciones de soja a dólar diferencial.
Se acerca fin de año, Massa se juega el primer examen importante contra el aumento de precios. Debe mostrar algún resultado mientras que una familia tipo necesitó en septiembre más de $128.000 para no “ser pobre” y cuando, según una consultora, en los primeros quince días del mes los precios de alimentos volvieron a subir por encima de la inflación general.