Durante julio, el escenario macroeconómico argentino mostró señales mixtas. La actividad económica se mantuvo prácticamente estable, con un EMAE que retrocedió 0,1% mensual, aunque acumula un crecimiento del 6,1% en lo que va del año. Los sectores más dinámicos continúan siendo los servicios, especialmente la intermediación financiera. En el frente externo, las reservas brutas crecieron US$793 millones impulsadas por encajes y desembolsos de organismos internacionales, pero las netas sufrieron una caída mensual de US$2.191 millones. El BCRA se mantuvo al margen del MULC, mientras el tipo de cambio oficial se aceleró, registrando una suba del 13,2% punta a punta y ubicando el tipo de cambio real en niveles competitivos.
Desde lo fiscal, el ancla continúa firme. En junio se registró un superávit primario de $0,8 billones y financiero de $0,6 billones, gracias al crecimiento real de los ingresos por encima del gasto. No obstante, se anticipa una mayor carga de intereses en julio que podría afectar el resultado financiero del mes. En materia monetaria, el BCRA desarmó las LEFI y avanzó hacia un esquema de tasa endógena, generando mayor volatilidad en las tasas del mercado. La base monetaria cayó 2,2% en términos reales, mientras que el crédito en pesos al sector privado creció 2,5% real mensual. La inflación de junio sorprendió a la baja (1,6%), con núcleo en 1,7%. Las expectativas inflacionarias para 2025 y 2026 se mantienen estables en torno al 29% y 21% respectivamente. Por último, se completó la primera revisión del acuerdo con el FMI con un desembolso de USD 2.000 millones. Se flexibilizaron las metas hacia adelante, especialmente la de acumulación de reservas, y se canceló la revisión de septiembre. El resultado fiscal continúa cumpliendo holgadamente las metas del programa.